8. María y Mateo

Hace tiempo, mezclando sus nombres, los llamé “Mareo”. Esa es la sensación de torbellino que produce la mezcla de sus personalidades: la inquietud y la calma. Voluntad de generar cosas o momentos bellos y la capacidad de disfrutarlos luego. Aunque atraviesan momentos “Psikorsky”, salen airosos con pura voluntad de hacer de la vida algo especial y divertido.

Reanudar es volver a hacer un lazo
Cuando dejamos de valorar lo que uno tiene ocurre lo que yo llamo “devaluación por cercanía”. Con ellos la cercanía era tal, que me hizo falta la distancia en espacio y tiempo para valorar todo lo que ellos son y significan para mi. Separar lo que quería dejar y lo que me dolía haber perdido me llevó casi un año, demasiado tiempo.

Luego de hacer las compras en el barrio chino, fui rápido a casa a empezar con las instrucciones. Me sorprendieron en la mitad del difícil proceso de cocinar el arroz de grano redondo. En minutos María se puso al frente de todo y nos puso a trabajar. Cortar cebolla de verdeo, ciboulette, setas, palta. Preparar el wasabi, y hacer bolitas de arroz para los niguiris. Mateo quiso hacer un sambayón a su estilo, pero al volver de comprar huevos y oporto, trajo también una receta nueva del almacenero Osvaldo. Mientras tanto, desenvolví el regalo que me trajeron: Un barquito de madera para sushi y unas de esas cosas para apoyar los palitos.

Diez años atrás nos conocimos como padres del jardín de nuestras hijas, de ahí en más compartimos de todo: Vacaciones en Pinamar, Punta del Este, Villa la Angostura, Tandil o Entre Ríos. Jardines de infantes, el club, colegios, ingresos, cursos, deportes, talleres, salidas, de todo. Demasiado para enumerar, los Sikorsky-Patrignani, si sobrevivimos a aquella mañana en que Mateo nos despertó a las 5 con Frank Sinatra a todo volumen y yo, medio dormido, le arruiné el mate a María... nuestra amistad está a salvo.

El menú: Niguiris de salmón, langostinos, palta, setas, queso crema, ciboulette y jengibre confitado. Champagne Norton extra brut. Sambayón a la Osvaldo y música de Tribalistas.

Ella es puro brío, determinación, detallista y perfeccionista. Él es de esos que le encuentran el lado divertido a todo, capaz de hacer un asado bajo la nieve. Entre los dos transforman problemas en oportunidades. Ella se anticipa a los problemas y él los trata como viejos amigos.
Hacía tanto que no hablábamos que nos pusimos un poco al día, mientras preparábamos todo y sacábamos fotos, subían y bajaban conociendo la casa. Ya más tranquilos y en la mesa, aproveché que son arquitectos para pedirles consejo. Ya resolvieron como será mi living comedor, la nueva circulación de la escalera, cómo aprovechar el patio y mucho más. Además me contaron sus comienzos como arquitectos independientes  dándome consejos para mis próximos emprendimientos y filosofando acerca del dificil negocio de cobrar las ideas.

Bautizaron a mi Kandinskito como "Nachinsky" lo había elegido por ruso, por Bauhaus y por el título: "Tensa calma" que tan bien los describe. Tuvimos una cena maravillosa, muy a su estilo. Son una fábrica de buenos momentos y esta vez se lucieron más que de costumbre. Ahora volvimos a ser vecinos y seguro que la próxima cena será como siempre, en confianza, improvisada y sin invitaciones. Cualquier cosa, pedimos pizza.