14. Rodrigo

No seré breve ni será para llorar, es sólo el relato de lo que todos conocemos de él. Hay pocas personas vivas a las que admiro y se lo pude decir. Quizá no le haga bien que se lo diga, pero Rodrigo es una de ellas y tengo mis motivos que luego explicaré. La razón del orgullo de padre con él es sólo esa, que él sea mi hijo. Porque su personalidad no es una extensión de la mía ni se parece casi, es toda suya y es enorme.

Nunca he visto a nadie más intenso. Lo es en todo, cuando ríe no para, cuando está triste es apocalíptico, enojado es una furia, cuando disfruta lo hace de una manera envidiable. Ahora si, cuando algo no le interesa... es inútil insistir, hay que arrastrarlo como a un cachalote varado. Siempre pongo de ejemplo para describir esa intensidad y sus capacidades contando su séptimo grado: durante todo ese año iba al Coro Nacional de Niños, como empleado del Estado Nacional tenía ensayos estrictos y obligatorios todas las tardes, para eso tenía que salir antes de su doble turno en la escuela y terminaba a las 19:30, el único día libre era el miércoles y los fines de semana tenía conciertos. A la vez hizo el ingreso al Colegio Nacional Buenos Aires (que aprobó), el más dificil de Argentina, todas las mañanas de los sábados desde las 8.00 hasta el mediodía y todos los miércoles por la tarde en clases particulares. Al mismo tiempo se anotó en el equipo de matemáticas de la escuela y ganó dos Olimpíadas de la ciudad y becas para colegios privados. Tampoco se quiso perder de su viaje de egresados ni de jugar al rugby en el club... hizo otras cosas que ya ni recuerdo, ese es Rodri.

Un solo sentimiento es más intenso que el amor a la libertad: el odio hacia el que te la quita.
El tenía la receta de Carmencita para hacer creppes, a la vez es un legado de su abuela Julita que era una experta cocinera. Ensayamos una vez y queríamos doctorarnos en panqueques voladores, no fue posible, pero nos salieron bastante bien considerando que iban a ir escondidos en mi plato favorito: Lasagnas. Nos llevó demasiado tiempo pero controlamos la situación con el reloj en bolivarianos semihusos. Luego hicimos el relleno de carne y el armó la fuente alternando jamón, queso creppes y el relleno de carne molida.

Menú: Lasagnas de creppes rellenas de carne, jamón y queso cubiertas de salsa mixta y gratinadas. Alma Mora cabernet, Fanta light y Michael Boublé.

Tengo la suerte de tener un hijo que se está haciendo hombre mientras aún puedo disfrutarlo. Ya compartimos cosas de niño y ahora empezamos a hablar de hombre a hombre. Nunca fuí su amigo, quizá no lo seré mientras sea su padre, pero abrigo la esperanza de que cuando esté más maduro lo seamos. Hablamos de nuestras cosas, las materias, los exámenes y de los hijos y padres. De aquellos que ponen como excusa a los hijos por sostener su propia infelicidad. Que echan culpas a los demás de su falta de libertad. Sobre todo de eso: No hay culpables fuera, uno debe aceptar la responsabilidad e intentar ser feliz, lo que incluye respetar al otro. Ni traicionar ni traicionarse.
Finalmente, con la paciencia que requiere mi maltrecho hornito, gratinamos el queso y nos dispusimos a poner la mesa y comer. Estarás de acuerdo conmigo Rodri, en dos palabras: EX CELENTE. Milagrosamente todo estaba en su punto, aunque debo reconocer que heredaste mi exageración, hicimos lasagnas como para 40 gallegos.

Quien conoce a Rodrigo coincidirá conmigo en que es una de las personas más sensibles con la que uno pueda cruzarse. Un día llegó a casa y me dijo, - escuché la canción mas linda del mundo. La tarareó. El canon de Pachelbel! pero sí! la busqué y la escuchó, al rato me grita desde su cuarto: - Pá, vení, escuchá... estaba tocando los acordes del ostinatto, el solito, 10 años. No es nuevo, la canción que ilustra este artículo es su primera canción, estando en la panza de su madre, cuando yo escuchaba al japonés Ryuichi Sakamoto, justo en ésta canción el pateaba, con otras no, con ésta. Ahí nació su pasión por la música, 4 meses antes de nacer. Cuando apenas hablaba decía: -Pá múcala y señalaba los discos, yo ponía cualquier cosa, Rachmaninov (Сергей Васильевич Рахманинов), el aplaudía con el mismo entusiasmo con el que cuando tenía un año festejaba de pié en su cochecito los cuadros en una exposición de Miró.

No llevó el Vangoghito porque no se le arrugue. Y al irse me quedó esa sensación de siempre, es genial, no tiene la obligación de cumplir mandatos, nadie se lo pide, pero supera lo que un padre puede pedir cuando hace lo que le gusta y es feliz. Supo hacerlo y lo sabrá en el futuro. Insoportablemente tenaz, habrá que aguantar su gusto por los chistes malos, su vocación de estrella, su histrión de actor, su melancolía adolescente que ya se le pasará.

Esa intensidad que les contaba la tiene en todo. La primera de estas cenas lo tuvo de testigo, y con mis padres igual, de hecho quiere estar en todas y quiso siempre ser el invitado del día (Miqui me reclama la suya), aquí estuvo ayer, con esa sonrisa tan suya, con esos abrazos Sanz con Ñ. Rodrigo, nos tenemos, mi casa es tu casa, mi vida es tu vida. Una vida casi normal, que no guarda secretos ni tiene nada que ocultarte, que espero compartir con vos por muchos años más, mientras me aguantes.