19. Viktoria Ludewig

La conocí hace 22 años, cuando éramos “una masa gelatinosa” según la descripción de Galeano (profesor de psicología) de los recién ingresados a la carrera de Publicidad. Cursamos la carrera y compartimos interminables horas estudiando en un grupo fabuloso y divertido (Leandro Yanko, el “chino” Endo, Hernán Tejerina y otros personajes). Al terminar, como era de esperar, dejé de ver a todos, pero Viktoria aparecía cada tanto en los lugares más inesperados: Desayuno anual de ESPN, en la puerta de un cine, en la feria de plaza Francia, a la salida de un Banco en Retiro...

El cero es azul, el uno es amarillo.
Después de haber pasado una semana maravillosa en Venezuela, mi alegría menguaba, no se si es natural que eso suceda. Luego del desgano de lunes, llegó el martes con noticias alarmantes para mí de devaluaciones y racionamientos de agua y energía en Venezuela con el agregado de un terremoto y un tsunami en el Caribe. Estaba en esos momentos en los que aunque decidía estar bien, no lo conseguía. Necesitaba reírme un rato, por suerte tengo estas cenas fijas, me dan un motivo para ventilarme y luego ver las cosas de otra manera.

Llegó tarde por la operación de su padre (no tendría que haber venido... pero prefiero no discutir con ella), pero la receta que eligió era muy sencilla y rápida. Soy un exagerado con las cantidades, pero esta vez resultó perfecto, compré el doble de salmón ahumado que pidió y quedó espectacular. Hizo una salsa de crema a la que le agregó un toque de maicena con el objetivo de que no desaparezca sobre la pasta.

En charlas de 5 minutos nos fuimos enterando brevemente de nuestras vidas y supe de sus numerosos cambios de empleo y de estado civil. Lo que produjo Facebook para mí es reencontrarme con aquellas personas que la vida nos separó. Así que después de 18 años aprovechamos este espacio para contarnos lo que aprendimos desde que dejamos de estudiar. Hablamos muchísimo y de mil cosas que ya ni recuerdo porque, como yo, tiene una gran facilidad para irse por las ramas sin preguntar jamás ¿qué te estaba contando? Así que en un esfuerzo lo intentaré:
los tostones, Alé, mis palabras venezolanas, la operación de su padre, Cumboto, su gato León, el globo de Bea, la personalidad de su hija, el carácter de mis hijos, la sinestesia, los viejos amigos, Marcos Paz, los divorcios, la prostitución, los aeropuertos, las cucharas, las cucarachas, los enchufes, el ski, el dulce de leche, los venezolanos, la mala praxis, el electricista, los ex maridos, el gato negro que regalan en su barrio, ideas mías de comerciales que ya había olvidado, las casas, el vértigo, los balcones, mis departamentos anteriores, facebook, los hijos de Alé, los libros, la futura enredadera del patio, mi trabajo, sus empleos anteriores... los tsunamis. 

Viktoria es una desconcertante mezcla de decisión y risa, pero jamás pierde la elegancia o la compostura ni cuando se ríe de tonterías ni cuando cuenta las cosas que le molestan seriamente. Ella se dedica a la parte más árida de la publicidad, disfruta de esas planillas de pautas que yo veía como si fueran la “matrix”. No entiendo cómo aprobé “medios” en la FAECC, es un misterio. Ella es ahora profesora de “eso” no lo puedo entender.

Menú: Tagliatelis al Nero di seppia con salsa de crema y salmón ahumado. Newen Merlot y Oscar Peterson al piano.

Sensibilizada por la operación de su padre, decía que la profesión de la medicina es mucho más delicada que la nuestra porque un error puede costar la vida de alguien. Yo pienso que la suya también es una profesión delicada: un error en una pauta millonaria puede costar el empleo de muchas personas en una compañía. Nos reímos pensando en que quizá ese músico que toca en el tren pasando la gorra, perdió su empleo por un error en la pauta de su empresa, uno nunca sabe.

Anoche nos reímos muchísimo como siempre, resulta que se ríe a carcajadas de los chistes malos, las ocurrencias y las tonterías, materias en las que todos los que me conocen saben que soy experto... entre otras cosas, mi comentario acerca del mapa de los enchufes, que los electrodomésticos argentinos sirven para Australia y Nueva Zelanda. El dato es raro, así que por si no me cree lo pongo aquí.

Estaba intrigada con mi historia con Alé y no hay tema que yo disfrute más así que si hablé demasiado... lo lamento. A ella le pasa lo mismo cuando habla de su hija y entre mi relato de Cata (Venezuela) y Cata, su hija se nos pasaron las horas. Sólo tomé estas fotos por no sacar la música, más no le puedo pedir a mi teléfono.

Yo supongo que con Viktoria nos seguiremos encontrando de casualidad en lugar inesperados, quizá en un tren, escuchando canciones de Drexler tocadas por un músico ambulante.