No hay dos, no hay dos...
Eduardo es un contacto omnipresente y siempre divertido de Facebook, Flickr y Twitter, ¿se me olvida alguno? Con el compartimos muchas cosas, siempre con su sentido del humor sincero, si Eduardo me dice: ¡Qué foto de cuarta!, yo me río. El es así y combina muy bien con el mío que es pretencioso. Altera los colores de sus fotos de un modo personalísimo que yo llamé “misterdización”, el sabe que no es burla, sus fotos misteredizadas son buenísimas.
Menú: Chao Fan (verduras y pollo con arroz) Heineken, buena onda y tango de postre.
Dicen que Eduardo es tímido, tanto me lo dijeron que llegué a creerlo, lo conocí en una fiesta de Flickr en la que llevaba puesta la remera que el hizo con el stencil que yo diseñé de Want-Ed. No dijo palabra aquella noche, rodeado de sus fans. Poco a poco, en sucesivos encuentros, aprendí que a Eduardo hay que preguntarle, el responde. Pero esencialmente es un buen observador, don con el cual hace maravillas con la cámara. Eduardo no es tímido y cuenta todo si se lo piden, su vida, sus secretos con la cámara, su edición de colores, detalles de cómo hacer tal o cual cosa. El sonríe y cuenta, pero como toda celebridad, espera que su público responda.
Habiendo terminado con el wok, cenando su arroz espectacular, le contaba sobre la próxima visita de Alé y Caro cuando sonó su teléfono: Una risa desconcertante, familiar, de una mujer desencajada: - Esto es lo que te espera la semana que viene, me dijo. La risa era de Caro, el mensaje de otra vieja conocida en común: Smirnova (Alejandra Parejo). Lo invitaba al “Bar de Roberto” un sucucho de tango en sus palabras. - Vamos? - Vamos.
El lugar era encantador, barcito pequeño de los de antes, los parroquianos se turnaban para cantar y alternaban copas con letras de tangos rancios. Eduardo esconde una cámara réflex en una riñonera donde no cabe la mía que es hogareña y fotografía todo, tampoco dejó pasar la ocasión del bar. Yo apenas hice una y ¡con el teléfono! El lugar y el ambiente eran ideales.
