23. Ana Micaela Bellotti (doble ele doble te)

- Micaela.
- No, no me gusta que me digan Micaela.
- OK, Ana Micaela.
- No, ¡peor!
- ¿Y cómo querés que te diga?... ¿Ramona?

Así es como Mica se transformó en Ramona, Ramonita después y Raimunda ahora. Como un juego, en el que yo pasé de Nacho a Ramón, Ramonete y Raimundo. Es que ella adora jugar, no congenia con aquellos que viven la vida como en “El día de la marmota” ceñidos a la rutina y escuchando todos los días la misma canción...  La de arriba fue nuestra primera conversación, extraño. Ella empezaba a trabajar conmigo y había sido elegida por las ganas que demostraba. Porque en ella era mucho más importante lo que podía hacer que lo que ya había hecho. Lo que podía aprender que lo que ya sabía. Y así fue. Hizo y bien, aprendió y pedía mas tareas, cosas que la entusiasmaran, que fueran divertidas, como lo es ella.

La felicidad es naranjita
Tiene una risa que contagia y te hace reír, tanto que además de que provoca hacerla reír todavía más. Por eso de que en las oficinas reirse no es bien visto, porque es tomado como una distracción, nosotros nos cebábamos más. La conocí el 1ro de abril de 2008, uno de los días más difíciles de mi vida, y aún así empezamos a reirnos y no paramos hasta ahora. Se transformó en cómplice de mis historias, le conté sobre mi amor, ese mundo tan original y lleno de códigos, misterios, números, colores, canciones, hojas de árboles y quedó maravillada. Lo primero que me dijo es: ¡Yo no tengo eso! Luego todos los días llegaba y preguntaba: - ¿Cómo está Naranjita? ¿Qué cuenta la cuchi?

Pero sobre todo jugar. Yo hacía todas las tardes la pantomima de un programa de bricolaje reciclado, en el que imitaba a un ceceoso, un poco amanerado, que hacía adornos horrorosos para la casa y nunca reciclaba nada sino que pedía que la audiencia comprara las cosas nuevas. Jugábamos al tejo con mi iPhone y mil otras cosas.

Ahora trabaja a tres cuadras, así que me pasó a buscar por la oficina aprovechando para saludar a sus viejos compañeros, porque Ramonita, Bellota, nunca se fue. Fuimos a un supermercado cuchi y al tren hacia Nuñez. Pero el tren nunca llegó se quedó antes de llegar a la primera estación. Logramos tomarnos un taxi y cuando llegamos recibí el mensaje de Alé que decía: “Taxi” - Oh! Es adivina, dijo Ramonita.

Estamos los dos a dieta: yo por comer más sano, cosas más acordes con mi edad que con mi estado civil y ella por esa maldita manía que tienen las mujeres de cuidarse y embellecerse cuando se separan, quizá con el afán de demostrar cuánto el otro se está perdiendo... Entonces, nada de cervezotas, vinazos, papotas, fideazos ni cosas calóricas. A cambio haríamos pollito, verduritas, honguitos. Quesito light.

Menú: Pechugas en salsa de queso y mostaza con wok de verduras y gírgolas al disco. Nestea de limón y cata Jelly Belly. Con música de Billo´s

Como lo que más hacemos siempre es jugar y contarnos nuestras vidas, eso hicimos también esta vez. Rehogamos las verduras en una avara ración de aceite cortadas en pequeño. Luego ella hizo el pollo aparte e inventó una salsa con queso crema y mostaza “a l´ancienne”. Cuando estaba concentrada en la tarea pude tomarme un minuto para dejar caer su cámara al suelo, así que seguimos con mi teléfono y con el suyo. Pronto estábamos en la mesa con nuestra segunda jarra de Nestea con hielo y reanudamos nuestras charlas de almuerzos que por primera vez se transformaron en cena.

Así que como nuestra charla no empezó hoy sino hace tiempo y como seguramente seguirá es difícil recordar de qué hablamos entre las risas sonoras y contagiosas de Mica. Nuestra cena terminó con el postre: degustacion de Jelly Belly de 20 sabores y a adivinar de qué era cada uno, así nos terminamos la segunda y última jarra de Nestea. Creo que entre los dos acertamos a todo aunque diferimos con los de lima-limón: para mí sabian a Pinoluz y para ella a Procenex. Los de popcorn con manteca eran sólo de manteca para nosotros. Y varios tenían sabor a sabor a algo. El taxi que la pasó a buscar porque no habíamos terminado de calcular qué día estaba entre el 11 de septiembre y el 3 de febrero. Yo esperaba que fuera el 11 de noviembre, pero resultó ser el 8. Que espere el taxista, nosotros no habíamos terminado ni de enviarle mensajes a Alé ni de reirnos ni de criticar a unos cuantos con ironía, a los infelices que no saben jugar o se olvidaron de hacerlo.

Hoy me reía sólo recordando nuestras charlas, nuestro trabajo, juegos y esa cosa tan loca de haber trabajado juntos un solo año y llevar ya dos de amigos, aunque ya no la escuche escribir con esos sonidos de murciélago encerrado, de llaves en el lavarropas, de cucaracha en una caja. que hace con el teclado. Raimunda es una excelente compañera porque no quiere ganarle a nadie, sólo quiere aprender todos los días, superarse, estar bien y cuenta conmigo para eso.