22. Gonzalo Zúñiga

Me recuerda a Marinetti, que en su Manifiesto maquinista declara que “un automóvil de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia”. Gonzalo es una máquina de dos tiempos: pasa de enfado silencioso a la risotada sonora sin solución de continuidad. De mirar dibujos animados a un concierto de Limp Bizkit. De dedicarse concentrado en hacer un mueble de madera a hacer lo que más le gusta en la vida: Nada.
Gonzalo no está para sutilezas. Le gustan las cosas francas y simples. Puede aburrirse también, pero no se aburrirá de aburrirse jamás, podría hacerlo por horas y disfrutarlo. No tiene esa urgencia tan moderna de la fobia al silencio, esa necesidad de estar permanentemente haciendo algo, consumiendo algo.

Res, non verba
No hubo luz en mi barrio ayer por la mañana así que no sabía si podríamos hacer nuestra cena. Pero al volver del trabajo lo llamé para confirmarle y a la salida de su ensayo con su banda de rock, vino a casa. Temía que las milanesas que habíamos planeado hacer no quedaran tan buenas como las de su madre pero como no había carne en el supermercado se solucionó todo, las compré rebozadas. Cuando llegó, nos pusimos a freirlas inmediatamente.
Luego hicimos una salsa de tomate sencillísima también, con la siguiente receta de familia: abrimos la lata. A la vez que nos dedicábamos a cuidar unas  papas fritas geniales y en su punto perfecto como sólo en el restaurante de enfrente saben hacer. Dicen que la comida al horno es mas saludable que las cosas fritas, así que pusimos a derretir el queso con el jamón al horno... de microondas.

Gonzalo es un tipo muy afectivo a la vez que reservado. No va a decir con palabras cuanto te quiere, lo dice con la atención con la que escucha, con ofrecerse para hacer cosas. No lo dice, lo demuestra. Por esa razón, todos lo sabemos, pregunta como estás esperando un gran relato, pero cuendo uno se lo pregunta a el dice: - mmmmm, ¿yo? mmmm bien.
Hablamos de mil cosas, pero sobre todo de su gran pasión, la música. Las grandes bandas de cuando yo tenía su edad siguen de gira, así que es mucho lo que tenemos en común. Pero no tengo de su musica preferida en mi teléfono, así que escuchamos blues, le mostré Jack Johnson y mucho más, hasta las 4 de la mañana escuchando música y charlando de pequeñeces sin demasiada importancia. Pero como es lógico, si en casa hay mucha música, hay pocas fotos.

El menú: Milanesas a la napolitana con papas fritas. Pepsi, Coca-Cola y Fernet con música para todos los gustos.
Jamás habíamos tenido tanto tiempo juntos y solos para hablar, así que tuve la oportunidad de escuchar las cosas de su vida, su colegio, las cosas que hacen hoy los chicos de su edad. Siempre contado con vehemencia apasionada, gesticulando a lo Pascual. Indignado por las cosas que veía de los chicos de su edad, sus vidas, las drogas, el desapego, la falta de compromiso, hasta el mal gusto criticó.
El es determinante en sus opiniones y gustos, no admite grises, le gusta o lo odia. Bostero fanático e irracional como todo bostero, no se puede ser un poco de Boca y como todos ellos, disfruta más una derrota de River que un triunfo xeneize, no hay explicación, no hay excusas, es así. Por suerte Boca perdió en estos días y no quiso hablar de fútbol aunque ya no me tenga de gallina desde que me pasé a Defensores de Belgrano. Aún así, aunque ya no pueda darle el gusto del gaste y sus carcajadas de bostero, se que Gonzalo siempre va a seguir demostrando lo que siente aunque sea con una trompada de cariño.