Gonzalo
debió haber sido mi amigo desde hace 20 años, cuando lo conocí en algún
cumpleaños de Mateo y cuando fundaban el estudio de arquitectura donde ahora
felizmente trabajo. Pero no ocurrió.
Lo que
ocurrió es que 15 años después, recalé en su estudio de arquitectura IMA
Architects que comparte con Mateo para hacer trabajos esporádicos a pedido y me
volví a encontrar con él: mezcla rara de un tipo de paciencia infinita,
concentración y sonrisa permanente. Así que ayer, lo declaré oficialmente mi
amigo.
La capacidad
de Gonzalo de concentrarse y hacer arduas tareas, es increíble. Compartimos lo
sigiloso, nunca se está seguro de cuando llegó, si está o si se fue. Muy Pellet
el toque Ninja de desaparecer. – ¿Y Gonzalo?. Se fue, está abajo, no sé.
Tuve hace años
el enorme orgullo de diseñar la tapa de uno de los libros de su padre, Arturo.
Librazo que estuvo expuesto en ferias como la de Frankfurt, pero el autor dice
que si llegó hasta allí fue por la tapa… ok, muy Pellet Lastra todo, un grande.
Trabaja de lo que te gusta y no tendrás que volver a trabajar.
Gonzalo,
aunque es un arquitecto experimentado con más de 200 obras en su haber, es
cariñoso y tranquilo. Te saluda con un abrazo, un mimo, una sonrisa. Se detiene
a preguntarte cómo estás. Un distinto. Prefiere diseñar a mano y sus dibujos
son asombrosos. Familiero y amiguero mal. Un disfrutador de la vida, de su familia,
los deportes y el trabajo. Evita y enseña a evitar el stress.
Tocando el cuatro venezolano |
Hace ya
muchos años, su espíritu libre lo llevó a Venezuela de aventuras, pasó allá una
temporada y conoció sus costumbres y su gastronomía. Era de esperar que
eligiera en casa comer arepas. En eso
estamos, pero le toca hacerlas a el por primera vez.
Hay arepas de muchos colores y sabores, pero las que me gustan a mi se llaman “dominó”: rellenas de caraotas y queso amarillo rallado. Ese queso no existe en Buenos Aires, pero el sardo fresco es una buena alternativa porque es igual de salado.
Las caraotas (porotos negros) tienen su rito aparte, hay que “escogerlas” puñado a puñado y elegirlas. Hay que eliminar piedras, si las hubiere, las partidas o las que no tienen el color deseado negro, las hay marroncitas. Luego a ponerlas en remojo para el día siguiente. Así que me puse el domingo a adelantar esa tareita artesanal. Le encantaron por suerte.
Gon es un
trabajador incasable y maratónico que compensa con su gusto por el “kite”:
mezcla te parapente con ski acuático. Tal es así que llegó tarde y todavía
seguía hablando de trabajo por el celular, por suerte pudo desconectarse.
Esperamos que Alé llegara para que nos ayude con las arepas: tortitas de harina de maíz conocida como PAN. Es la comida más popular y tradicional de Venezuela. Al llegar Alé lo puso a trabajar: Hacer la mezcla de harina agua y sal y ponerse a hacer los bollos de masa. No le fue bien y en lo que él se demoró en hacer una, Alé hizo todas las demás. De ahí al horno unos minutos. El rallador de queso oficial de la casa es Diego así que le pedimos dedicarse a la tarea.
Menú: Arepas dominó, rellenas de caraotas (porotos negros) y queso sardo fresco con música de 4cuatro interpretada por Alé y Gonzalo.
Hablamos de
aquel viaje a Venezuela, de sus antepasados Pellet-Lastra y de la vida en
general. Nos divertimos explorando los planos antiguos de la Ciudad de Buenos
Aires que tengo en casa.
Gonzalo es
siempre cordial y afectuoso incluso con clientes y, lo más difícil, con
proveedores a los que a veces hay que reclamarle con firmeza para que cumplan
plazos y calidades. Siempre tiene una sonrisa, un modo calmo, un humor sin
ironía. Gonzalo es el compañero de trabajo ideal, y si resulta ser tu jefe,
mucho mejor.
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