Quiso el destino –a Pablo no le gusta hablar de casualidades- que el tren me dejara una estación antes y pasara por el barrio chino por tercer martes consecutivo. Buena ocasión para comprar helado y mangos. Y quiso la suerte que tuviera una excusa más para estar con mi amigo.
Si Mahoma no va a la montaña.
Pablo no es nuevo en la casa viene con frecuencia ya que tenemos varios proyectos compartidos y, entre reunión y reunión, ya es un vecino más.
En cuanto se lo conoce un poco, lo que más llama la atención de él es su preferencia por la retórica de los hechos. No le gustan las grandes teorías prefiriendo siempre la práctica. Sincero, honesto, generoso, respetuoso y afectuoso. Generalmente su forma de pensar es opuesta a la mía, pero jamás confronta directamente, no es su estilo. Prefiere decir: - Ya vas a ver que tengo razón, e inmediatamente después suelta la carcajada. Esa distancia entre nuestras formas de ver las cosas es lo que hace ricas a nuestras charlas, y siempre pueda aprender un poco más de él. Consejero socorrido reiteradamente, tiene el don de escuchar, preguntar con agudeza y de hablar poco y con seguridad sentenciosa.
Cuando lavaba los platos vi una figura sonriente en la ventana, como el gato de Cheshire apareció de la nada y me dio la primera sorpresa. La segunda fue al entrar, había traído todo para cocinar, condimentos y delantal incluido. La siguiente fue al contarle que no había Stella Artois sino Warstainer a lo que respondió – No preferís esto? Mostrándome un Navarro Correas ¡de 1993!
El menú: Sorrentinos gratinados con salsa de tomates. Navarro Correas Syrah (1993). De postre un Luigi Bosca Cavernet Sauvignon (1997) superlativo. Y casihelado de crema con trocitos de mango. Conciertos de Brandemburgo de fondo.
Me enseñó sus secretos para una salsa de tomate perfecta: dos clases de cebolla, aceite de oliva, tomate natural. Riquísima. Trajo unos sorrentinos que coció a fuego lento. Luego metió todo al horno con una cubierta de quesos que sacó (he ahí la pericia) en su punto justo. Y a comer.
El relleno de mozzarella era soberbio. La salsa perfecta, el vino increíble. La charla nos llevó hasta las 2:00 AM. Viéndonos tan seguido, era natural que debíamos hablar de otra cosa, acalló fácilmente mi verborragia habitual contándome sencillamente la historia de su vida, desde su colegio alemán hasta el Waldorf de sus hijos. Desde su niñez urbana a su juventud campestre. De veterinaria a la fotografía. Me llevó de paseo por un Pablo que no conocía, uno que fue más huraño y que por suerte no existe más.
Tanto nos reímos, tanto me contó y aprendí que olvidé darle mi pequeño Cezzannito; pero no importa, nos estaremos viendo en estos días, es un amigo.
Quiero escuchar esas carcajadas de Pablo
ResponderEliminarQuiero Warsteiner
Quiero naranjas a creyón
No puedo prometerte la risa de pablo, pero lo demás si, encantado.
ResponderEliminarun toque de azucar a la salsa le quita la amargura y le da un toque especial....
ResponderEliminarEl valor de las cosas.
ResponderEliminarA veces corremos por esta vida tan apresurados que no vemos el verdadero valor de las cosas , y creemos que un buen auto o un lugar paradisíaco para nuestras vacaciones es importante, pero No es así , lo importante de esta vida no son los bienes, ni la marca dela camisa , sino los afectos , y en este tiempo de barbarie Humana es lo que mas debemos rescatar, lo que uno da por el otro y ese algo que recibe, no hay otra cosa , no hay otra verdad mas tangible que esas, hace tan solo cuatro horas falleció mi suegro , un tipo al que conozco hace mas de 20 años , un ser maravilloso , que lleno la cara de sonrisas de mis hijos siempre, pero no con regalos , pues hasta hace poco y a pesar de su cáncer que lo consumió , debió salir a trabajar vendiendo lámparas , para poder vivir, sino con gestos , la sorpresa de ir a buscarlos a la puerta de colegio cuando no lo esperaban , o llevarlos a trabajar con el, o pasear en lancha por el tigre o tan solo un paseo en tren.
Eso es lo importante , eso es lo que nos hace vivir , sonreír y también llorar .
Hoy sonrió porque pude despedirme de un gran tipo y esa mi sonrisa , es para quienes quiero.
Nacho , me pediste que escriba y no soy bueno en esto , pero esto es lo que deseo decir en este momento.
Gracias por cada mañana , gracias por el sol , gracias por los hijos, gracias por equivocarme, gracias por poder aprender , y Gracias por los AMIGOS , que esta vida me dio ,
Vos Nacho Querido , Sos uno de ellos.
Pablo
Fran, lo tenía, varios sobrecitos de azucar, no quise develar el ingrediente secreto, jaaa! (la verdad es que me olvidé)
ResponderEliminarPablo: Ese es el valor de las cosas. Como la botella de Luigi Bosca de esa noche, para lo unico que sirve algo así es para compartirse y no sacar vino de adentro sino en momento.
Una vez, con Fran, se nos ocurrió guardar los corchos con fecha y el nombre. Creo que el lo sigue haciendo (se llevó el corcho de la otra noche) La idea era coleccionar buenos momentos, poder evocarlos luego. Muy parecido a esto de las cenas... muy parecido a lo que contás de Mario. No hace falta mucho más que la voluntad de hacerlo.
El secreto de la salsa no esta en los ingredientes , sino en el amor con que se hace
ResponderEliminarEso es muy cierto, anónimo.
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